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¡Otra vez me he quedado sin tomates!

¡Otra vez me he quedado sin tomates!

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Jordi Querol

Antes, los que ahora ya somos muy mayores conocíamos muy bien a nuestro cartero. Teníamos una buena relación con él (o ella) porque los veíamos con frecuencia. Eran tiempos distintos: no teníamos internet, ni teléfonos móviles, ni WhatsApp…, pero teníamos el servicio de Correos -denominado también Grupo Correos desde 2011-. Era, y aún es, el operador encomendado por el Estado para prestar el Servicio Postal Universal en España y constituye la mayor empresa pública de nuestro país, después de que en la década de los años 1980 y 1990 fuesen privatizadas el resto de grandes empresas públicas, tales como Iberia, Endesa, Telefónica o Argentaria.

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Seguramente, en estos momentos el lector de esta carta se pregunte por qué el título: ¿Será un error de su autor? ¿Qué tienen que ver los tomates con esta importante empresa pública?

Pues no, no es ningún error. Mi amigo Ramón Pérez -un ciudadano de Cartaya, provincia de Huelva- cultiva los mejores tomates del mundo y, por segunda vez, no logra que Correos los entregue al autor de estas líneas. Ramón abona las tasas correspondientes en la oficina de Correos de Cartaya y dispone, además, del código de envío. Código que yo presento en la oficina de Correos de la calle Calabria, donde unos empleados muy atentos me indican que mis tomates no están allí, y me aconsejan que los reclame a un número de teléfono. Lo hago, pero sin suerte alguna: no me contesta nadie. En definitiva: ¡otra vez sin tomates!

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