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"Solidaridad de escaparate"

"Solidaridad de escaparate"

Si de verdad queremos probar la coherencia, los centros de menores no acompañados deberían instalarse en los barrios que más presumen de inclusión. Gràcia, con sus plazas llenas de discursos progresistas; el Eixample, con su aire cosmopolita; Sants y Sant Andreu, que se disfrazan de obreros mientras desayunan 'brunch' a 18 euros. Ahí es donde la solidaridad dejaría de ser pancarta y pasaría a ser práctica.

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La realidad es clara: donde se instalan estos centros, la criminalidad tiende a dispararse. Robos, agresiones e incluso delitos sexuales aumentan, y los responsables deben responder, sin excusas ni relativizaciones. No se trata de criminalizar a todos los menores, sino de asumir que quienes delinquen, tengan 16 o 18 años, rindan cuentas ante la ley.

Mientras tanto, los medios aplican un doble rasero. Una agresión en Hortaleza apenas aparece; un beso de Rubiales ocupa semanas de telediarios. Quizá, si los centros se ubicasen en los barrios que tanto predican inclusión, la atención mediática sería más justa, y la solidaridad dejaría de ser un gesto de escaparate.

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