Carta de un lector: "El poder de PP en algunas regiones: pan para hoy y hambre para mañana"

Ahora que ya sabemos que Puigdemont está dispuesto a hacer política y no aparenta querer atrincherarse en el inmovilismo como hasta ahora (por mucho que le deba a la Justicia; recuerden a Junqueras dirigiendo su partido desde la cárcel, partido que por aquel momento investía a Sánchez), los que piensan que el gobierno Frankenstein será incapaz de andar dos pasos puede que comiencen a darse cuenta de que el monstruo no lo es tanto y de que la realidad política exige cambios importantes en cuanto a la composición territorial de este nuestro reino de España para así poder optar ellos también a conformar gobierno.

Aquello que ocurría hasta hace una década que convertía a los partidos nacionalistas, sobre todo la extinta CIU (hoy Junts) y PNV, en meros acompañantes que permitían este u otro gobierno, ya fuere de PSOE o de PP a cambio de financiación para sus proyectos, no sirve ahora que hemos superado el bipartidismo y estamos en la fase de choque de bloques ideológicos, Conservador Vs Progresista, teniendo en cuenta que el bloque de la derecha se ha enquistado en la retórica centralista de una España toda igual: castellana y castiza, desde que Mariano Rajoy emprendiera su particular lucha contra los intereses de Catalunya principalmente para tapar su ahora más que probada corrupción mafiosa.

Al PP, a no ser que salga de esa trinchera de orgullo, le costará demasiado gobernar. Digo demasiado porque el precio es la enemistad por parte de las diferentes sensibilidades culturales que existen en este nuestro reino tan plural y variopinto. He ahí la negativa de PNV a apoyarles, ni siquiera a negociar un poquito. Harían bien, como parece ser que están haciendo, en descolgarse de su socio de forma clara y concisa, incluso si eso le lleva a desmontar los gobiernos regionales y locales que por ellos se sostienen: un poder que no es más que pan para hoy y hambre para mañana.