España está muy polarizada políticamente. El elector centrista que podía oscilar entre PP y PSOE se ha quedado en el PP, receloso de un PSOE de Sánchez que ha elegido ser el líder de una especie de 'Frente Popular' que englobe a la izquierda, a nacionalistas e independentistas. En Galicia, ningún voto del bloque de la derecha ha ido a la izquierda y, por tanto, no habido cambio aún incluso con las meteduras de pata de Feijóo.
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Puede que en esta decisión personal de Pedro Sánchez del rumbo que ha tomado el PSOE den los números para gobernar España, aunque sea por los pelos y con un gobierno muy inestable y solo mientras persista el miedo a Vox, pero le llevará al desastre -como ya ha sido- en autonómicas y municipales y ha renunciado a que el PSOE sea el partido hegemónico de este país, puede que por muchísimo tiempo.