Las escandalosas rampas de los autobuses

Seguramente la mayoría de vosotros habéis subido a un autobús de servicio público. En Barcelona, y estoy segura de que en otras ciudades españolas, cuando una persona en silla de ruedas necesita subir, empieza una fiesta de un sonido espantoso, una luz roja y muchas miradas.

La rampa, la mayoría de veces, no funciona ni se despliega a la primera, y eso ocasiona que todas las personas del vehículo centren su mirada en el usuario que espera para poder subir. Los pasajeros empiezan a inquietarse y sus ojos muestran sentimientos de "pobrecita persona” y “por tu culpa voy a llegar tarde al trabajo”.

¿Se merece eso una persona que no puede andar? ¿No sería hora de renovar nuestra flota de autobuses o, simplemente, mejorarla?