"La juventud está perdida, y los maestros debemos orientarles y creer en ellos"

Se dice que la generación adolescente actual está perdida; y sí, está desorientada. Por este motivo, nosotros, como docentes, estamos para reconducirlos, acompañarlos en el proceso de crecimiento y ayudarles a que no acaben siendo una generación perdida. En la vasta narrativa educativa, los estudiantes a menudo son etiquetados con términos como 'la generación perdida', 'la generación de cristal' o 'la juventud sin esperanza'.

Sin embargo, ¿qué pasaría si en lugar de adoptar estas etiquetas preconcebidas los profesores eligieran ver más allá de ellas? ¿Qué tal si cada estudiante fuera visto como un libro abierto lleno de potencial en lugar de ser juzgado por las expectativas sociales? Este cambio de mentalidad podría marcar una diferencia fundamental en la forma en que los educadores abordan su papel en el aula. Además, creer en los alumnos es un componente crucial.

Es fácil caer en la trampa de asumir que ciertos estudiantes están condenados al fracaso debido a su entorno socioeconómico, sus antecedentes familiares o sus experiencias pasadas. Sin embargo, al creer en el potencial de cada estudiante, los profesores están enviando un mensaje claro de que el destino de un individuo no está predeterminado por su contexto y esta creencia puede ser el impulso que un estudiante necesita para desafiar las expectativas y alcanzar logros tanto académicos como personales.

Asimismo, cuando los docentes creen en sus estudiantes, están sembrando la semilla de la confianza y esta puede impulsar a los alumnos a alcanzar metas que nunca antes habían imaginado posibles. El simple acto de un profesor diciendo "sé que puedes hacerlo" puede ser el impulso que un adolescente necesita para superar obstáculos y perseguir sus sueños con determinación.

Sí, la sociedad está perdida, muy perdida, pero los maestros tenemos un papel muy importante para que esta pueda orientarse.