"El desafío de la migración: vivir en paz y salvar la vida"

El hombre ha sabido adaptarse a todos los climas conquistando el mundo en toda su latitud y longitud. Los primeros pueblos fueron ganaderos, los cuales se movían con sus animales donde hubiera pastos y agua.

Evidentemente, los motivos de las actuales migraciones son diferentes, pero en el fondo siempre existe la necesidad de poder vivir en paz del trabajo de las propias manos. Los migrantes ucranianos nos cuentan que el hecho de poder vivir en paz en nuestra tierra ya es motivo de agradecimiento y de alegría. En otros casos es la ausencia de trabajo aquello que los obliga a migrar. Aunque , lamentablemente, en otras ocasiones la única razón es salvar la vida.

El hombre no es errante, sino que busca establecerse, crear vínculos con la comunidad, trabajar en su crecimiento, ayudar y ser ayudado, con toda la riqueza de la vida común. Pero hace falta también que el migrante sea absorbido por un tejido social, cultural y económico que lo incorpore a la vida de su nuevo hogar. Existe el peligro, además, de establecer dos niveles, dos realidades que viven paralelamente pero que no interactuan entre ellas. En ocasiones da la sensación de que en la misma ciudad o pueblo vivan paralelamente dos mundos diferentes, con criterios, normas y visiones de la vida muy desiguales. Esta sobreposicion de dos realidades irreconciliables no deja de ser una fuente de tensiones y genera situaciones complejas a la hora de vivir en relación.

La verdadera convivencia solo puede darse gracias a una integración que permita empezar desde dos coordenadas compartidas. La diversidad no desaparece,  pero debe estar siempre fundamentada en una red común que permita guiarnos por unos criterios que todos asumamos.