Adiós, Franco, adiós

Me felicito porque hoy en España, un dictador que tuvo secuestradas nuestras ideas y nuestros derechos durante 40 años, ya no tiene su monumento de culto.

La anomalía democrática, que en los países de nuestro entorno causaba estupor, se ha corregido, por fin. Ahora queda dignificar a los muertos que aún están tirados en las cunetas, para que descansen en paz, donde sus familiares deseen, y que hoy se sentirán más esperanzados de la solución.

Agazapada está la derecha de este país que piensa que eso de los muertos no va con ellos, que es un tema del pasado y que no hay que remover. Dicen que ellos hablan de otras cosas, que lo que les importa a la gente es hablar de trabajo, de sanidad, de educación. Bien, ¿y no se pueden hacer las dos cosas? Por lo visto no, o lo uno, o lo otro. Dicen además que esto es una cortina de humo por la campaña electoral, que no es el momento. ¿Cuando sería el momento? Nunca claro.

Y ahora Pablo Iglesias tampoco lo ve, por lo visto cayó en la misma conclusión que la derecha, es electoralista exhumar a Franco ahora, a sabiendas de que el momento ha venido marcado por los continuos pleitos de ¿la Familia?, que ha imposibilitado realizarlo hasta la fecha. Quizás se podría dejar para después de las elecciones ¿no?, para la siguiente legislatura, y si gana la derecha, pues entonces para cuando sea, ¿verdad?

Yo nací en la posguerra, en el año que se terminó el racionamiento, pasé 21 años de mi vida en una dictadura, me sentí frustrado y ahogado en esa España casposa que me tocó vivir. Me siento aliviado porque a ese, al dictador, por fin le han puesto en su sitio.