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"He decidido tardar una hora en llegar a cualquier sitio y estoy descubriendo el mundo"

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La primera de mis resoluciones de año nuevo fue simple y radical: "tardar una hora en llegar a cualquier sitio". Y debo decir que estoy empezando a ser un experto en este arte que me está alegrando la vida. Hay algo profundamente transformador en desobedecer el reloj. En negarse a esa lógica productiva que convierte cada minuto en un bien que hay que optimizar. Cuando te das una hora para llegar a donde antes ibas en 15 minutos, descubres cosas. Descubres el mundo. Y sobre todo, te descubres a ti.

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Los griegos tenían dos palabras para definir el tiempo: 'Kairós' y 'Chronos'. 'Chronos' es el tiempo que corre, el que puede medirse, partirse en unidades, estandarizarse. 'Kairós', en cambio, es el tiempo oportuno, el tiempo vivido, el momento con sentido. Decidir llegar tarde es una forma de invocar al 'Kairós', de desafiar al 'Chronos'.

Porque el tiempo no es una cosa sino una forma de estar en el mundo. Si corres todo el tiempo, todo se desenfoca. Pero si vas despacio, todo se vuelve presencia. Es una forma de respeto. Al entorno. A uno mismo. A la vida. Porque el tiempo vital del hombre es limitado. Justo por eso, no podemos permitir que se nos escape persiguiendo la inmediatez. La prisa es un mal de los mortales. Séneca lo dijo con la claridad de los estoicos: "El tiempo no es tu sirviente, es tu amo".

Y sin embargo, corremos. Vivimos dominados por la lógica del llegar pronto, llegar antes, llegar ya. Pero, ¿cuánto de lo importante ocurre en el trayecto? ¿Cuántos pensamientos, encuentros, pausas, se pierden en nuestra obsesión por la eficiencia?

Caminar despacio es un acto de rebeldía. Es una manera de estar. Cuando tardas una hora en llegar, no solo ocupas el espacio: lo habitas. Empiezas a mirar a la gente. A detenerte con el semáforo. A saludar al quiosquero. A hacer consciente tu inconsciente. Decía Jung que "hasta que no hagas consciente tu inconsciente, dirigirá tu vida y lo llamarás destino". Y para eso hay que darle tiempo, dejando que las preguntas emerjan

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