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"España se desliza hacia el populismo y la sumisión"

El hemiciclo del Congreso de los Diputados.

El hemiciclo del Congreso de los Diputados. / EFE

Roger Sangenís

La política española replica un patrón global de degradación democrática: del debate al estallido emocional, al conflicto simbólico y a la confrontación, con sociedades que derivan hacia la obediencia al líder y la pérdida del juicio crítico. Los casos extremos de Stalin, Mussolini y Hitler fueron advertencias de lo que sucede cuando el poder se concentra y desaparecen la pluralidad, la reflexión y el espíritu crítico.

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Ese mismo guion persiste hoy en regímenes que combinan fachada legal con control mediático y polarización. España se desliza hacia el populismo y la sumisión. El poder también se asegura a través de símbolos y creencias: guerras culturales y religiosas que convierten la identidad en herramienta de obediencia y de exclusión del disidente.

África se ofrece como espejo: Congo fragmentado por milicias; Eritrea como “NorCorea africana”; Sahel con gran parte de las muertes por terrorismo. Se suman Somalia, Irán (con estructuras visibles e invisibles de poder) y el conflicto intermitente entre Pakistán e India (potencias nucleares). Afganistán y la opresión talibán. Crece, además, el fenómeno de los “lobos solitarios” radicalizados en línea. Medio Oriente, Ucrania… Hay 56 guerras activas en el mundo.

¿Hay remedio? Solo mediante un paquete simultáneo -y poco probable- de medidas: blindar instituciones independientes en todos los niveles; educación crítica e histórica (con memoria completa de totalitarismos y genocidios); una memoria democrática compartida que asuma que la democracia es “el menos malo” de los sistemas; participación ciudadana real donde tengan peso inteligencia y mérito; y una cultura pública que premie la reflexión, penalice la inmediatez emocional y censure sin contemplaciones la corrupción.

Así podría nacer estabilidad, confianza e ilusión para todos. Aunque improbable, actuar “como si” fuera posible mantiene viva la esperanza y la resistencia cívica.

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