"La magia de la Navidad también está en los pueblos"
Marina Solé Vilanova i la Geltrú
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Araujo se marcha al vestuario tras ser expulsado en Stamford Bridge. / Afp7
Juan Pablo Rojas
El fútbol, la polémica y el 'hate' siempre han ido de la mano, pero las redes sociales han convertido esa pasión en una cacería inhumana. Un penalti fallado, un mal partido o una decisión polémica bastan para desatar una oleada de odio en redes sociales contra los jugadores y sus familias. La crítica forma parte del deporte rey, pero el insulto, el acoso y la deshumanización se han convertido en una rutina que pocos clubes y organismos afrontan con claridad.
Entretots
En los últimos días hemos conocido el caso de Ronald Araujo, que ha pedido al FC Barcelona un tiempo indefinido para cuidar su salud mental, tras varias semanas de enorme presión y de su expulsión en Stamford Bridge. Más allá de cualquier debate táctico, su situación recuerda que detrás de cada error hay una persona sometida a un escrutinio constante, amplificado por miles de mensajes anónimos que convierten la crítica deportiva en ataque personal.
Araujo no es una excepción: ayer fue Morata, mañana será otro. Si el fútbol acepta este clima como “normal”, el mensaje a los más jóvenes es que un fallo justifica el linchamiento. Ligas, clubs, aficiones y plataformas digitales deberían marcar un límite claro: el gol se discute, la dignidad de quien lo falla se respeta.
Participacions delslectors
Marina Solé Vilanova i la Geltrú
Xavier Carbonell Sant Cugat del Vallès
Sergi Planella Estudiant 2n ESO de l’INS Puig Cargol. Sant Antoni de Calonge
Mésdebats
el problema de la vivenda