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El precio de las verduras y hortalizas: otro sablazo más

Las verduras y hortalizas han aumentado su precio una barbaridad. Bueno ellas no, los han aumentado las empresas que las manejan. Y en cambio la administración nos aconseja hacer dieta mediterránea que las incluye para favorecer nuestra salud. Los precios de la lechuga iceberg se han cuadruplicado, los del calabacín, se han triplicado y los del brócoli y el pepino, se han duplicado.

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El representante de Proexport, Fernando Gómez, haciéndose el ángel protector de Europa, como alma caritativa y buena, manifiesta:  “Menos mal que el sureste español ha sido capaz de producir hortalizas en esta época invernal, porque si no Europa no tendría oferta de ningún tipo”. A ellos no les importa el temporal, lo que les importa es que no hay verduras y hortalizas en Europa y se frotan las manos pensando en sus enormes ganancias.

El incremento medio de un agricultor español, dicen los periódicos, ha sido de una subida de sus ganancias de 7 céntimos por kilo y, por el contrario, los comercios españoles le han aplicado 70 céntimos. Un brutal 1000%. No le veo lógica. ¿Por qué alguien no controla esto? A perder siempre el maltratado bolsillo del sufridor pase lo que pase.

¿También debemos pagar nosotros los temporales de Europa? ¿Es esto la globalización? Pues, entonces yo no quiero estar tan globalizado y si que quiero que alguien me garantice unos precios estables en mi país y que primero se suministre a los consumidores habituales que, al fin y al cabo, somos los que  siempre les compramos los productos españoles a las grandes empresas y les aseguramos un mercado estable a las duras y a las maduras

El sabio refranero español (cuando no existía la globalización)  ya decía que: “A río revuelto, ganancia de pescadores”. Hoy con ella, posiblemente, diría: “A temporal, ganancia de las grandes empresas y pérdida de siempre el mismo, el consumidor”.

Yo me pregunto: ¿No debería asegurarnos alguien que la diferencia entre la subida del precio en el campo y en los comercios fuera más razonable cuando hablamos de productos tan necesarios para el ciudadano? Quizás alguien debería recortar ese enorme margen de ganancias entre el precio del producto en el campo y el comercio y poner un tope de beneficios a los intermediarios para reducir esa desproporcionada diferencia. Eso, sí que sería favorecer al sufrido pueblo a quien le vienen los golpes por todos los lados: en los incrementos de la luz, de las verduras, de los impuestos...

¿Tiene algún Gobierno interés en descargarnos un poquito de peso y evitar que todos nos metan la mano en los bolsillos? La constante es que todos se hacen ricos a nuestra costa, incluso ellos. Quizás, me hago demasiadas preguntas, y eso no es bueno, ni para unos, ni para los otros.

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