"Gracias a todas las personas que trabajan en la sanidad pública, porque ellas son el motor que la sostiene"

Soy enfermera desde hace 34 años, actualmente trabajo en un Consorci Sanitari Comarcal cuyo hospital de referencia es el Hospital Universitari de Bellvitge. Desde nuestro pequeño mundo hospitalario miramos a Bellvitge como a la casa grande, al hermano mayor, o como se mira a los niños de los cursos superiores en el colegio, con admiración y con cierto temor a eso que está por llegar, a lo que no conocemos.

Hace poco he tenido que estar ingresada en este hospital y me he convertido en paciente pudiendo ver así el hospital desde otra perspectiva a la que estoy acostumbrada. He podido comprobar que también sufren dificultades en su día a día, que en algunas cosas no hay tantas diferencias entre pequeños y grandes, que las camas viejas, las habitaciones pequeñas, los pasillos estrechos que dificultan el trabajo de los camilleros, las paredes desconchadas, las maderas envejecidas..., forman también parte de su rutina, secuelas de la falta de inversión, del abandono que ha sufrido la sanidad por parte de los gobiernos desde hace ya demasiados años, demasiados gobiernos.

Este ingreso me ha dado también la oportunidad de ver a los equipos de personas trabajar e impulsar cada uno desde su posición el engranaje necesario para que el hospital funcione. He visto a personas haciendo su trabajo con una sonrisa, diciéndote una palabra amable, atendiendo tus necesidades, acompañando tu proceso con alegría y máxima profesionalidad. Estás personas son las que a pesar de los desconchones en las paredes, de la falta de una mano de pintura, de las camas rotas o el fallo del programa informático, de la falta de personal, a pesar del maltrato gubernamental, hacen que la sanidad pública funcione y siga valiendo la pena.

Quiero dar las gracias a todos ellos, ellas, elles por ser el motor que sostiene la sanidad, por su trabajo, y por reforzar que, a pesar de todo, elegí la mejor profesión del mundo.