Carta de un lector: "La barbarie, como forma de exterminio del 'otro'"

Ha tardado algunos días en pronunciar la frase manida y artera para legitimar la agresión del más fuerte, pero ya lo ha hecho, dice Netanyahu: "Estamos en una guerra entre la civilización y la barbarie".

El terror paraliza a las personas -nos convierte en víctimas potenciales-, pero moviliza al grupo -crea en nosotros la necesidad de pertenencia, aunque sea solo defensiva-. Esa contradicción tan humana es la principal herramienta de los manipuladores populistas, la más efectiva: al renovar el enfrentamiento entre "nosotros" y "ellos", los líderes proverbiales, carismáticos e iluminados se convierten en imprescindibles.

La obediencia es la forma ideal de participación y la mejor garantía para la seguridad grupal; aparece de forma inmediata y consecuente la coartada más humana y execrable, la barbarie, como forma de exclusión o exterminio del "otro", con el que no podemos entendernos, que no puede ser nuestro competidor porque no respeta nuestras reglas del juego, porque ni siquiera tiene capacidad racional para crear sus propias reglas.

La barbarie se crea y recrea por los actos y las actitudes de aquellos que, en un grado más o menos elevado, arrojan a otros fuera de la humanidad, o les juzgan radicalmente diferentes de sí mismos, o les infligen un trato vejatorio. Es bárbaro aquel que designa a otros como tales y obra en consecuencia, negando la posibilidad a cualquier tipo de organización social alternativa a la suya, aunque aquella sea más igualitaria, más participativa, más abierta y, probablemente, aporte más seguridad al grupo, ya que puede ser comparada, mejorada e incluso compartida con otros.