Réquiem por un intelectual español: los despropósitos de la escuela catalana

Parafraseando a la novela de Sender, Requiem por un campesino español, me gustaría dar testimonio del cúmulo de despropósitos que se vienen dando en la escuela pública catalana, en general, y en mi escuela, en particular. En la escuela pública catalana la segregación de alumnos campa a sus anchas (de forma encubierta y subrepticia, no vaya a ser que algún día podamos dejar a Vox como auténticos aprendices del Apartheid).

De resultas de esa segregación (racial, social y religiosa) aparecen escuelas con "mala fama" que son precisamente aquellas escuelas que no solamente no segregan sino que además absorben alumnado que otras escuelas no quieren. Sí, he dicho: no quieren. Son escuelas racistas, aunque lo nieguen públicamente (no así en privado; es mejor ser ultramentiroso que ultraderechista, dónde vas a parar).

Siempre me he sentido orgulloso de mi escuela y siempre tuve claro  que la "mala fama" era un claro ejemplo de la crisis de valores que atraviesa nuestra sociedad. Era, por tanto, cuestión de resistir, de hacer pedagogía, de defender a una escuela catalana, sí, pero pública y por tanto: abierta y multicultural. Y así ha sido durante toda una década.

Hoy finalmente, la dirección de mi centro ha claudicado y ha aceptado pulpo como animal de compañía, esto es: "la escuela tiene mala fama debido a la cantidad de alumnos inmigrantes que estudian en ella". Y, para ponerle remedio, nada mejor que cambiar el nombre de la escuela que, para colmo, era un señor que escribía en castellano.

¿Mayor inversión? No. ¿Mejor reparto de plazas  escolares? No. ¿Modernizar el cuerpo de inspectores? No. ¿Defender una  escuela pública multicultural? No. La administración prefiere al albor  de los tiempos políticos que corren estigmatizar a un intelectual español y seguir escondiendo sus vergüenzas bajo una alfombra de presunto catalanismo que en realidad no esconde otra cosa que racismo.