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"A las puertas de mis 47 años, me he enamorado"

"A las puertas de mis 47 años, me he enamorado"

Tal vez el tema de esta carta no se corresponda a la tónica habitual de quejas y denuncias, pues solo busco compartir algo que me ha sucedido en las puertas de mi 47º aniversario: me he enamorado de una mujer. Sin más. A tres años de entrar en la órbita de mi meridiano vital y después de haber tenido distintas relaciones, la vida me ha lanzado un billete para montarme en el último helicóptero que sale de Saigón.

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Conectar con alguien es cada vez más complicado debido a la inmediatez en la que lo queremos todo, y aunque el amor no se puede encargar por Glovo, a veces, lejos de toda lógica y racionalidad, dos personas se sincronizan en un complejo engranaje repleto de simetrías. Mi estado de ánimo ha dado dos vueltas de campana y ha pegado fuego a la basta idea de merodear solo por una vida gris y anodina.

No se trata de ser menos exigentes con tal de encontrar a ese alguien, al contrario, la exigencia es lo único que nos separa de la mediocridad y el conformismo sentimental. No creo que se trate tanto de compartir como de sentir. Hay personas con las que podemos estar y otras con las que podemos ser. En mi opinión, el amor y la salud lo son todo; el primero nos empatiza como especie y el segundo nos mantiene vivos. Con estos dos conceptos, tan difíciles de conseguir en su total plenitud, cualquier persona puede y debe cerrar el círculo valorando lo que tiene, y sobre todo, luchando cada día para que no se desvanezca.

El cómo conocí a Beatriz y lo qué ha hecho que los dos nos movamos en la misma longitud de onda no importa, pues eso forma parte de nuestra historia particular. Lo que realmente importa es que la vida puede quererte o noquearte en la misma fracción de segundo, y eso no se puede controlar. Bea es del Real Madrid, por ejemplo, y eso, queridos lectores, no se puede controlar y hace que el amor sea imperfecto.

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