"Para algunos parece que el covid-19 es un virus de perroflautas"

El 30 de abril de 1972 nos dejó Clara Campoamor en Lausana. ¿Qué diría hoy si pudiera oír a esa derecha sucesora de Gil Robles, Calvo Sotelo y Onésimo Redondo, cuyos miembros son más carroñeros que aquellos, haciendo sangre y culpando a la manifestación feminista del pasado 8 de marzo como causante de la propagación del coronavirus en Madrid? Creo que, con toda la educación que la caracterizaba, respetada por todos y reseñada por Salvador Cánovas Cervantes, director del periódico 'La Tribuna', contestaría a sus señorías como se merecen.

¿Acaso no estaba ya presente en la larga fila para ver el Cristo de Medinaceli? ¿No estuvieron allí la familia real, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida? ¿No hubo quien viajó a Milán, ya en plena pandemia, y después se fue a vociferar a Vistalegre? Pero parece que el covid-19 es un virus de perroflautas -un término que incluso la RAE ha tenido que estudiar- y solo nosotros somos los que sufrimos y transmitimos el bichito... ¡Y dos huevos duros, como se dice en 'Una noche en la ópera'!

Pero no es solo en Madrid donde los cerebros se 'deshacen'. Catalunya no le va a la zaga, basta escuchar a Quim Torra y a sus acólitos, para los que parece que, si el virus fuera de Banyoles -como el famoso bosquimano exhibido en su momento en el Museo Darder-, hasta sería muy beneficioso para la economía catalana y llegarían a ser independientes. 

Mi homenaje a Clara Campoamor, una gran mujer que, espero, disculpe mi ironía, sarcasmo y mala baba.