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La ola populista de extrema derecha en España

Tiempo atrás se decía que en España no existía un partido de extrema derecha representativo -como ocurría en otros países europeos-, sino que lo que había era algo testimonial o residual. Pues bien, a día de hoy quizás ya no podemos estar tan seguros de ello habida cuenta de que la ola ultra populista que nos invade casi a nivel global ha traspasado ya nuestras fronteras.

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Un ejemplo claro del fenómeno es que PP Ciudadanos se han subido al carro de ese discurso cada vez más radicalizado, en buena parte debido a la lucha encarnizada entre ambas formaciones por situarse más a la derecha de la derecha y hacerse con el electorado más ultraconservador, y ahora en parte también por temor a que Vox, que ha irrumpido aparentemente con fuerza en la escena política, les pase por la diestra y les arañe un puñado de votos. En lugar de no dar pábulo a una formación de ese perfil y aguardar a su autoextinción, PP y C's están adoptando su discurso o parte de él, legitimándolo con ello. Quizás porque ambos partidos se mueven cómodos en el fango ultra derechista en el que se están instalando.

Es evidente que el conglomerado que Steve Bannon, ideólogo de Trump, está montando en Europa para dinamitar por dentro sus bases y estructuras ya surte efectos. Las antidemócraticas soflamas xenófobas, homófobas, misógenas, antiinmigratorias y ultranacionalistas están discurriendo por un peligroso torrente que amenaza con arrasar la convivencia, la igualdad, el bienestar y, peor aún, la paz. Parece que ya hemos olvidado los diferentes episodios sucedidos en Europa unas cuantas décadas atrás, producto del mismo monstruo populista que alimenta el odio contra una parte de la población -generalmente minoritaria- como chivo expiatorio con el objetivo de anteponer sus tesis.

Igual que en el conflicto catalán existen, entre otros, componentes etnológicos, que generan repuntes de odio. Pero no nos engañemos, no deja de ser una maniobra perfectamente orquestada desde la sombra, desde ese ultramundo del poder fáctico que bebe del descontento generalizado de la ciudadanía -especialmente de las clases media y trabajadora- respecto de sus gobernantes tradicionales (socialdemócratas, conservadores, liberales...) y sus erróneas políticas antisociales amparadas en los tiempos o situaciones de crisis, sin olvidar la corrupción. "Divide y vencerás". O, para ser más precisos: "Confronta, divide a la población, y seducirás a una parte de ella". Esta es la clave de su éxito.

Cada enfermedad tiene un antídoto con que combatirla, pero habiendo alcanzado ya el grado de pandemia, me barrunto harto complicada la misión de inmunizar a la población contra la expansión del monstruo Azotamentes a estas alturas de la película y, por ende, detener o atenuar las negativas consecuencias a medio y largo plazo que suponen para nuestra (frágil) democracia, tal y como la entendemos.

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