"Borrar el nombre de Ernest Lluch de un centro de salud es borrar parte de nuestra memoria colectiva"

La decisión de retirar el nombre de Ernest Lluch de un centro de salud de Valencia es una noticia que entristece y preocupa. No hablamos de un nombre cualquiera, sino de una figura que simboliza valores que habrían de ser compartidos por toda la sociedad, más allá de las siglas y de los colores políticos.

Ernest Lluch fue un hombre de diálogo, de cultura y de compromiso con el bien común. Como ministro de Sanidad impulsó la creación del sistema nacional de salud, universal y público, que hoy en día sigue siendo uno de los grandes pilares del estado del bienestar. Su labor permitió mejorar la vida de millones de ciudadanos, sin distinciones ni intereses partidistas.

También fue un intelectual respetuoso con la pluralidad, un defensor de la palabra como herramienta para resolver conflictos, aunque precisamente esto le llegó a costar la vida. Recordar su nombre en un centro de salud es reconocer un legado de servicio, humanidad y diálogo. Borrar su nombre es borrar una parte de nuestra memoria colectiva, una lección de ética y responsabilidad que no tendría de quedar sometida a ningún debate ideológico.

Los nombres que representan valores no dividen, unen. Y Ernest Lluch, sin duda, es uno de estos nombres.