"El cambio horario solo sirve para desajustar nuestro ritmo biológico"

Cada seis meses repetimos el mismo ritual absurdo: adelantar o retrasar el reloj y pasar varios días medio dormidos, intentando convencernos de que todo esto tiene algún beneficio. Se nos dice que ahorramos energía, pero en la práctica nadie percibe ninguna diferencia real. El cambio horario pudo tener sentido hace décadas, cuando la sociedad y los hábitos de consumo eran otros. Hoy, en cambio, solo sirve para desajustar nuestro ritmo biológico, afectar al descanso y generar malestar general.

Mantener un horario fijo -ya sea el de invierno o el de verano- sería una decisión de puro sentido común que la ciudadanía viene reclamando desde hace años. Lo que falta, como tantas veces, es voluntad política y un poco de coherencia para poner fin a una costumbre tan anacrónica como innecesaria.