"Autónomos: el motor silencioso de España"

En España, hablar de autónomos es hablar de esfuerzo, resiliencia y vocación. Son el motor silencioso que mantiene vivo gran parte del tejido productivo del país: más de tres millones de personas que cada día sostienen la economía desde pequeños negocios, profesiones liberales o iniciativas individuales. Sin embargo, también son el colectivo que más sufre la rigidez y la desconfianza del sistema.

Durante décadas, la política ha tratado a los autónomos como una categoría incómoda. El resultado es un modelo que penaliza el emprendimiento y desincentiva la formalidad. Cotizaciones fijas elevadas, burocracia excesiva, inseguridad jurídica y una maraña de obligaciones fiscales que apenas deja espacio para la innovación. Si queremos una economía dinámica, debemos confiar en quien crea empleo y valor.

Eso implica simplificar el sistema de cotizaciones, hacerlo proporcional a los ingresos reales, facilitar el acceso a la protección social sin que ello suponga una losa económica, y eliminar trabas absurdas que consumen tiempo y energía. La digitalización y la globalización ofrecen hoy oportunidades que hace años eran impensables. Pero para aprovecharlas, España necesita un marco que premie la iniciativa y no la castigue.

La libertad económica no puede ser solo un lema; debe traducirse en seguridad, previsibilidad y respeto por quienes asumen riesgos. Los autónomos no piden privilegios sino reglas claras y justas. Su éxito no es solo individual: es el reflejo de una sociedad que entiende que prosperar por cuenta propia también es una forma de contribuir al bien común.

Quizás ha llegado la hora de que en España, de una vez, se les trate como lo que realmente son: personas libres y valientes que sostienen, con su esfuerzo y sacrificio, la columna vertebral de nuestro país.