"Los populismos de extrema derecha se aprovechan del sentimiento de orfandad de muchos votantes"

La mayoría de ciudadanos no son intelectuales sino personas con sentido práctico para vivir disfrutando de cuantos momentos puedan de felicidad, entendiendo como tal los sentidos lúdicos, sin desdeñar los espirituales, cuando toquen, para superar las dificultades del vivir.

Por otra parte, el llamado progresismo de izquierdas, cuya masa crítica eran los trabajadores asalariados cuya formación básica era desarrollada en las propias empresas, que se encuadraban en sindicatos que defendían sus intereses con éxito.

Esto ha ido cambiando con la especialización de los trabajadores y el mayor peso de los servicios, muchos de ellos poco propicios para la sindicalización por ser centros de trabajo más pequeños. Además, bastantes hijos de esta clase pudieron titularse profesionalmente y han dejado de sentirse clase trabajadora.

No apoyan cambios radicales que pongan en peligro su situación socio-económica, todo esto fragmenta la mayoría, que no es ni élite ni rica; además de la dedicación por parte de los partidos de izquierda a focalizase en las minorías de identidades diversas, que merecen todo el respeto y ayuda, pero dando la sensación de no prestar la atención a las mayorías.

Todo esto viene a colación con la definición de "democracia" como gobierno de la mayoría. El sentimiento de orfandad de parte de esta mayoría de votantes es lo que aprovechan los populistas de extrema derecha, porque apelan a los sentimientos con razonamientos simples y maniqueistas.

EEUU es el ejemplo más palpable del rechazo de clases medias, incluidos afro-americanos y latinos, al Partido Demócrata, tachado de "intelectualoide", que le ha dado a Trump su reciente triunfo, a diferencia de cuando perdió frente a Biden.

Esta tendencia, que incluye a muchos jóvenes, debe hacer reflexionar a los partidos auténticamente demócratas para dar atención a esa mayoría, sin abandonar las minorías.