Cuando la Administración municipal vende su alma a cambio de unos euros, el resultado es previsible. Me gustaría ver cuál sería el efecto contrario, es decir, que turistas baratos españoles visitaran bajo el mismo modelo alcohólico los países de procedencia de estos personajes. El resultado, detenidos y expulsados. Barcelona, se diga lo que se diga, es España en el sentido de la mala praxis a la hora de gobernar. El 'seny'y el 'cap i Casal' brillan por su ausencia.