Mi respuesta a Milena Busquets: no es cuestión de suerte, se llama patriarcado

A través de esta carta pretendo contestar al artículo en EL PERIÓDICO de la columnista Milena Busquets. Querida Milena, hermana Milena, sorora Milena, mala suerte es otra cosa. Mala suerte es que se te escape el bus o se te caiga el teléfono a la taza del váter. Mala suerte es pillar un resfriado justo al comienzo de tus vacaciones o que te caiga una maceta en la cabeza paseando por una calle por la que nunca habías pasado. Que un hombre te agreda, te golpee, te asesine y te deje tirada semidesnuda entre unos matorrales no es mala suerte, es fruto de un sistema en el que las mujeres no valemos nada y se nos puede agredir, golpear, asesinar y dejar tiradas en cualquier lado y todavía habrá alguien que diga que fue, simplemente, mala suerte.

A las mujeres nos violan, nos agreden y nos matan y lo hacen porque somos mujeres. No lo hacen porque seamos más débiles y sea más fácil matarnos, lo hacen porque pueden y el sistema les ampara.

El mismo sistema que promueve que las niñas jueguen a cocinitas y los niños a superhéroes, el mismo sistema que permite que las niñas se vean relegadas a usar una pequeña porción del patio del colegio mientras los juegos de los niños ocupan todo el espacio. El mismo sistema que pone el ojo en el largo de tu falda o tus aficiones y gustos cuando te violan. El mismo sistema que no condena por violación a La Manada, el mismo sistema que desestima la causa de las temporeras marroquíes justo un día antes de que aparezca Laura asesinada.

Querida Milena, hermana Milena, sorora Milena, nos matan igual que a los niños que mueren de hambre en África los estamos matando desde Europa y Norteamérica. No mueren porque sí, ni por mala suerte tampoco. Mueren porque llevamos siglos expoliando sus tierras y nuestro afán extractivista no tiene fin y tú, como escritora que huye de eslóganes prefabricados y frases efectistas deberías saberlo.

Querida Milena, hermana Milena, sorora Milena, ojalá llegue pronto el día en que todas las mujeres seamos conscientes de que la violencia es estructural y, mirando a los ojos al sistema, nos unamos usando nuestros espacios y energías para destruirlo en lugar de alimentarlo, aunque haya que jugarse la nómina o el contrato editorial.

Por cierto, las prostitutas, al igual que la suerte, tampoco son responsables de que el asesino de Laura sea un asesino.