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"Me avergüenza ser catalán"

Soy catalán de nacimiento, vine al mundo hace 47 años en Badalona, y aunque mis padres son de origen andaluz, llevan más años en Catalunya que muchos de los que ahora se rasgan las vestiduras por el orgullo patrio y sienten esta tierra como suya. Mi hijo se llama Joan, rompiendo la tradición familiar de poner al primogénito la versión castellana de ese mismo nombre. Aunque mi lengua materna es el castellano y es con la que me expreso más cómodamente, uso el catalán en mi trabajo y suelo leer en ese idioma normalmente.

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Siempre me he sentido orgulloso de esta tierra, de sus gentes, de su cultura, de la apertura de miras, de su modernidad y progresismo. Siempre he llevado Cataluña como un estandarte porque amo esta tierra y siempre he creído en su gran valía. Asistía a los actos del 11-S cuando era una fiesta del orgullo y la identidad, hablo con mis conocidos de fuera de la maravillosa arquitectura de Barcelona, de lo ejemplar que es el día de Sant Jordi, me emocioné en la Barcelona del 92, llore con los atentados de las Ramblas.

Estas vacaciones he decidido pasarlas en el sur y, por primera vez en mi vida, he sentido vergüenza de decir de dónde era, y no porque haya notado rechazo por parte de las gentes que me han tratado estos días, todo lo contrario, solo he sentido cariño y empatía. Vergüenza de ver en lo que se ha convertido Catalunya, en lo que han convertido esta tierra de amistad, acogida y pluralidad.

Una tierra tiranizada por personas, de uno y otro color, que han convertido esta sociedad en un o conmigo o contra mí, que esgrimen el apelativo fascista con una ligereza que da miedo, que han convencido que la solución a los problemas es la división, la ruptura.

Personas que han silenciado a la mayoría de catalanes que trabajan, viven, tienen verdaderos problemas ahora ignorados como la salud, la pobreza, la educación. Han convertido esta maravillosa tierra en un arial de empatía, con familiares enfrentados, con amigos de toda la vida que se retiran la palabra, compañeros de trabajo que salen a fumar en bandos separados, en medios de comunicación que avivan este odio. Jamás hubiera dicho que me sentiría avergonzado de ser catalán, pero por desgracia es así.

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