Los desfiles triunfales: de la antigua Roma al Barça

Una de las condiciones que se le exigía a un general romano para concederle un desfile triunfal era que la batalla que acababa de ganar fuese la culminación victoriosa de una guerra. Pero para que no se creciese demasiado, durante todo el desfile había detrás de él un esclavo sujetando sobre su cabeza una corona de laurel mientras le susurraba constantemente al oído “recuerda que eres mortal”.

A los fastos triunfales tras el PSG, 4 – Barça, 0, les faltaron esos dos ingredientes: que la guerra estuviese definitivamente ganada, y que alguien -el cuerpo técnico, la directiva, los periodistas deportivos, la afición- les recordara al oído a los jugadores galos que un mal día lo podía tener cualquiera, como así ocurrió en la batalla de vuelta, una semana después.

El jefe galo Breno, tras haber asediado y conquistado la entonces pequeña ciudad de Roma en el 390 a.C., la humilló con el famoso ¡Vae Victis! -¡Ay de los vencidos!-. Trescientos años después, el partido de vuelta lo ganó el procónsul romano Julio César, que conquistó toda la Galia.

Naturalmente, tuvo su desfile triunfal, como lo tuvo el Barça tras el 6-1. Una semana, trescientos años, ¿qué más da? ¡Força Barça!