"Visité Tarragona y me dio una impresión nefasta por su suciedad"

Qué tristeza me ha producido la visita a la ciudad de Tarragona.

Una ciudad Patrimonio de la Humanidad, que es con diferencia la más sucia de las capitales catalanas, así como de la mayoría del Estado español. Animo a cualquier lector a que lo compruebe por sí mismo.

El pavimento de las calles roza lo asqueroso, debido a la cantidad de chicles pegados, excrementos de paloma, vertidos de líquidos que han dejado mancha y orines por las esquinas.

En áreas tan turísticas como la Rambla Nova, las tradicionales baldosas en algunos puntos han sido sustituidas por un pegote de asfalto parcheado, que en algunos casos incluso se pega en los pies.

Las fachadas de muchos edificios antiguos están que dan pena verlas; en algunos lugares tan emblemáticos, como el centro de Tarragona y la calle de La Unió, la pintura está sucia y desconchada, el tendido eléctrico colgando de cualquier manera y algunas ventanas tapiadas aleatoriamente, según la conveniencia del habitante. Todo ésto unido a la suciedad, ofrecen una imagen nefasta de una de las ciudades más bellas del Mediterráneo.

No entiendo cómo se ha llegado a esta situación, pero pienso que una buena solución sería implementar acciones como las que se han llevado a cabo en otras localidades tanto de Catalunya como del resto del Estado, como por ejemplo el uso de camiones cisterna con manguera de agua a presión, la inspección de las fachadas de los edificios y la subvención para la reforma de éstas.

Resumiendo: la ciudad me ha resultado fea por tanta suciedad y deterioro de la misma.

Qué pena tratar así el Patrimonio de la Humanidad.

¡Tarragona, ponte guapa!