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"Tengo TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) y confieso que no me invento nada ni hago teatro"

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Cuando tenía 13 años recibí un diagnóstico que me explicaba por qué tenía constantemente determinados pensamientos que, una vez se plantaban en mi mente, eran imposibles de aislar. Encontraba alivio en rituales específicos, también llamadas compulsiones, pautadas por repeticiones y movimientos con los que me acabé familiarizando. Se denomina Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y no es nada fácil de sobrellevar.

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Después de recibir ayuda psicológica y una importante mejora de los síntomas gracias a la terapia cognitivo conductual, mirando atrás puedo reflexionar sobre la diferencia en mi día a día, y puedo afirmar que ahora tengo más libertad. Las obsesiones se pueden presentar en diferentes formas, entre ellas las que aparecen en relación a la salud, la higiene, control, repeticiones, catástrofes y otras.

Por ejemplo, a causa de un miedo irracional que tenía a coger gérmenes era incapaz de agarrar las barras del transporte público y tenía que lavarme las manos tres veces seguidas o no me sentía segura. Miedo a caer enferma o contagiarme de alguna patología que cambiara mi vida. En relación a la obsesión con la salud, llegué a padecer un trastorno de pánico por el que durante un mes entero, a diario, mi mente confundía sus síntomas con los de un ataque cardíaco, con mucho dolor y con la angustia de pensar en una muerte inminente, sin poder ser consciente de que realmente era otro asunto.

El estigma asociado al TOC acusa a aquellos que lo padecemos de exagerados y de estar 'haciendo teatro' cuando manifestamos nuestras obsesiones y consecuentes compulsiones. Todo el espacio que estas ocupan en nuestra mente dificultan la concentración, gestión del tiempo y bienestar.

Quiero expresar que no, no nos lo inventamos, y nadie merece ser ridiculizado por sus angustias.

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