"Bajo el sol abrasador"

España se consume bajo el sol abrasador y la gente llora por dentro porque los incendios devoran los bosques, los campos y hasta las casas. Y hemos cambiado un hogar con hermosas vistas por troncos calcinados y cenizas.

Sí es verdad esa máxima que dice que los incendios se apagan en invierno, limpiando y cuidando el monte.

Pero hay comunidades que quieren ahorrar en los sueldos de los bomberos, a los que contratan y despiden, sin permitir que su trabajo tenga continuidad, ni puedan, por tanto, realizarlo.

Algunos presumen de haber doblado el presupuesto, pero eso de nada sirve si hacen una mala gestión.

Son los mismos que deberían avergonzarse de los sueldos que pagan a los bomberos, la falta de formación y el maltrato que se les da, a esas personas que cada verano se juegan la vida por poco más de mil euros, con jornadas interminables, comida mala y escasa, y que además duermen en los arcenes, en el suelo o dentro de los coches.

Parece que somos un pueblo con poca memoria. Todos aplaudimos a los sanitarios durante la pandemia, agradeciendo su esfuerzo y su valentía. Pero ahora nos hemos olvidado, y ellos siguen trabajando, el que tiene suerte, en condiciones precarias y con salarios bajos. Igualmente sucede cada verano con los socorristas en las playas, ríos y piscinas.

En todos los casos, el planteamiento que está detrás es el mismo; recortar en los medios humanos y cruzar los dedos para que no pase nada. ¿Es que ellos no sienten esa pena honda que traen los incendios al corazón?

Seguiremos bajo el sol abrasador, poniendo toda nuestra esperanza en que el año que viene lo hagan al menos un poco mejor.