"Políticos, funcionarios y demás deberían reflexionar sobre la satisfacción del trabajo bien hecho"

En mis primeros días de vacaciones, durante un largo viaje en tren, he tenido el placer de disfrutar de la deliciosa película británica 'Living'. A mi parecer, además de atemporal también resulta muy adecuada a estos tiempos. Dos aprendizajes con ella: el primero, cuando a su protagonista, un frio burócrata inglés, le diagnostican una enfermedad terminal y le hablan de su fecha de caducidad y decide empezar a escuchar y, sobre todo, a mirar al pueblo, a los administrados y descubre que realizando un buen trabajo el resultado repercute en el bienestar de las personas, especialmente de los más vulnerables y débiles y, al hacerlo, también mejora su propio bienestar por la satisfacción que genera la ética, la bondad, el trabajo bien hecho y, lo mas importante, produce un efecto contagio entre los que lo rodean.

La segunda es que cuando es consciente de que el tiempo es finito comienza a recolocar su escala de valores y se da cuenta de que se había olvidado de lo más importante: vivir.

Entonces pensé que sería muy esperanzador que los abundantes y mediocres burócratas, políticos, funcionarios y gestores reflexionaran sobre la satisfacción personal que les transmitiría el trabajo bien hecho, hacer el bien al ciudadano y también sobre la importancia de limpiar nuestras mentes de todo lo accesorio y no perder de vista aquello que nos lleva a una vida plena y que no es más que vivirla.