Tu familia siempre te querrá, papá

Siempre sonriente, siempre amable y con un ligero genio muy bien llevado, amigo de tus amigos, allá adonde ibas, a alguien conocías y a alguien saludabas. Andador incansable.

Nadie habló ni habla ni hablará mal de ti. Desde bien niño conociste lo que es trabajar duro, lo que es ganarse el pan honradamente y sin trampas. Hasta varios trabajos tuviste para sacar adelante a tu esposa y tus dos hijos. Nadie te regaló nada y aun así profesionalmente tus méritos se impusieron y tu reconocimiento llegó.

Llegaste, viviste, disfrutaste lo que pudiste y te fuiste, luchando como grande que serás eternamente allá donde te encuentres y donde nos volveremos a ver algún día.

Esta enfermedad, este virus que nos ha pillado desnudos (a algunos más que a otros) ha revelado nuestra fragilidad y cuán importante es tener medios, tener pruebas, tener camas, tener personal, tener mentalidad de pueblo unido.

Nunca sabremos si esa semana que estuviste de protocolo tratando esa fiebre con 'visita' médica ambulatoria a distancia, de haberte llevado al hospital habría hecho que no llegaras tan bajito de oxígeno en sangre y todo se precipitara en poquitos días, solo, muy solo. Tampoco sabremos si esas ucis saturadas reservadas para perfiles de edad y estado más "viable" te podrían haber ayudado en tu lucha con un respirador y esa intubación que no tuviste.

No lo sabremos. Esa quincena de marzo, maldita quincena, apagó muchas luces que ahora brillan en el cielo y la tuya es una de ellas. Como le dijiste a Silvia (mi hermana) y a mamá despidiéndote de ellas a través de un teléfono: "Es ley de vida", "ya está".

Ese camino, papá, lo vamos a hacer todos, desde los que nos tomamos esto muy en serio hasta los desgraciados que lo utilizan para perpetuar una era extinta, agonizante, en decadencia. Con la mano en el corazón: Te merecías algo más. Y como tú, miles más que han caído de esta horrible manera.

Descansad en paz. Jamás os olvidaremos. Jamás te olvidaré, papá. Tu familia siempre te querrá.