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"En la consulta me siento incomprendida, sola y como si estuviera loca"

mg 0188

mg 0188 / FERRAN NADEU

Por circunstancias de la vida voy muy a menudo al médico. No es algo que me apasione, para ser sincera. Pero como bien digo llevo una temporada que es como mi segunda casa. Una casa que pocas veces me siento a gusto. De hecho, he cambiado de médico de cabecera como tres veces.

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Me siento incomprendida, sola y como si estuviera loca. Les hablo de mis síntomas, que llevo tiempo padeciendo, y lo más fácil es recetarme una simple pastilla y adiós muy buenas. Sin indagar, con dos simples preguntas con la mirada pegada al ordenador, tecleando, moviendo las manos sin parar pero sin apartar la vista de la pantalla. Momento incómodo, mucho silencio. No sé qué ordenar más en el bolso, no sé qué decirle más...

Me preocupa mi estado de salud. No soy persona de ir por ir. Cuando voy es por algo serio. Pero cuando algo se instala en mi cuerpo y lo padezco día si día también voy porque no me queda más remedio y lo más que necesito es sentirme acogida, lo primero, y sentir que la Seguridad Social está para algo. Señores, cada mes nos dejamos entre todos los ciudadanos una pasta para que nos atiendan cada vez que necesitemos. Está llegando un punto que cuando vas tienes que dar siempre alguna explicación convincente de por qué vas. 

Odio tener que esperarme a consulta como hora y pico por culpa del retraso. Odio esas caras que ponen cuando decimos el motivo del cual estamos ahí, parecerá ridículo pero para nosotros es preocupación. Odio tener que esperar que acaben de escribir y escribir en el ordenador, sin saber qué miran tanto rato. Para postre, cuando le pregunto para saber cada cuanto me tengo que tomar un medicamento y la doctora lo mira por Google. Eso también se hacerlo yo. Todo eso en dos minutos y adiós muy buenas, el siguiente por favor.

Hace falta un poco más de empatía, un poco de ganas y de interés. No pido más. Necesito sentir esa mirada cómplice de médico paciente y que nada más entrar sienta esa confianza que había antes y no esa frialdad que muestran algunos y todo esto sin separarse de su queridísimo ordenador.

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