Las elecciones de EEUU van por estados, y son a todo o nada

En las elecciones presidenciales americanas, quien llega a sumar 270 votos electorales accede a la Casa Blanca. En el 2016, a pesar de que Hillary Clinton obtuvo un 48% de votos por un 46% de Trump, este consiguió una sobrada victoria: 306 votos electorales por solo 232 de su contrincante. El sistema electoral de EEUU es un todo o nada (excepto en Maine y Nebraska, con resultados proporcionales, pero son dos estados poco relevantes).

Curiosamente, cabría el caso extremo de que un candidato, ganando los 11 estados más poblados y perdiendo en los otros 39, consiguiera la presidencia. Algo que no se ha dado nunca por las diferencias socioeconómicas entre esos estados más 'grandes' con uno u otro color político tradicional que no merecen mayor atención durante la campaña: California, Texas o Nueva York, por citar algunos de los más significativos, son estados muy afianzados a uno u otro lado.

Pero Florida ya es harina de otro costal (recordemos el eterno escrutinio del 2000) donde un candidato no suele ganar por más de un 1%, algo parecido a lo que sucede en otros estados bisagra ('swing states') como los del cinturón industrial del norte, el llamado 'rust belt' (Pennsylvania, Ohio, Michigan e Illinois, por citar los más importantes de cara al cómputo global). A destacar el caso de Ohio que, desde 1964 (14 elecciones seguidas) ha votado siempre por el ganador. Está por ver si en esta ocasión se romperá esa racha, pero no es casualidad que justo allí se lleven a cabo estudios de mercado de empresas que quieren lanzar nuevos productos (al igual que pasa en España con Zaragoza, por ser el conjunto poblacional que mejor representa a todo el país).

La pandemia actual ha disparado el voto por correo (se prevé que más de un tercio lo hará así), presagiando un récord participativo desde 1908, lo cual también beneficia tradicionalmente a la izquierda.