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He vivido la pérdida de mi abuela con angustia e impotencia

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Angustia, impotencia y dolor. Así es como he vivido la pérdida de mi abuela, sin poder hacer nada más allá que responder al teléfono. Tenía 97 años y medio. Estaba sana. Aun así, sabía que algún día moriría, es ley de vida. Sin embargo, nunca pensé que fuese así. Lo lógico es que cuando alguien se apaga puedas acompañarle, estar a los pies de su cama, acudas al velatorio y le des el último adiós.

Yo no he podido hacer nada de eso. La marcha de mi abuela ha sido muy diferente. Tras días confinada en su habitación por prevención, se distraía haciendo punto para terminar la bufanda que le tejía a mi hermano. Nuestras llamadas, las visitas de las auxiliares y las actividades con las que les entretenían hacían que el día fuese más ameno. Llegó abril y con él, su luz se apagaba, se desvanecía y se mezclaba con la del horizonte. Pero, no estábamos o, mejor dicho, no nos dejaban estar. En nuestro lugar estaba el equipo de la residencia Virgen de la Salud de Guadalajara, en la que ha vivido 20 años. A ellos les estaré siempre agradecida por cómo la han cuidado, especialmente los tres días que estuvo enferma, pero también por permitirnos hacer una última videollamada. La más dura, la de la despedida.

He tenido la inmensa suerte de disfrutar de mi abuela todos estos años, pero la mala fortuna de no darle un último beso. Ni un abrazo. Ni siquiera hemos podido estar en familia para llorar todos juntos. Las medidas decretadas por el Gobierno no nos lo han permitido. Hoy, mientras la entierran, termino estas líneas. El estado de alarma tampoco me ha dejado acudir al cementerio. Cuatro personas eran demasiadas. En mi interior, una mezcla de dolorrabia y tristeza se apodera de mí.

Estoy convencida de la importancia de las mascarillas, guantes o respiradores, pero también del derecho a la vida de personas como mi abuela, ahora vetadas en los hospitales y, sobre todo, que el derecho a decir adiós, para los que se van y para los que se quedan, no debe ser menos.

Hasta siempre, abuela.

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