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El círculo vicioso de políticos, medios y audiencia

Nacho Abad i Albert Castillón, a l’esquerra de Susanna Griso i el seu equip d’’Espejo público’.

Nacho Abad i Albert Castillón, a l’esquerra de Susanna Griso i el seu equip d’’Espejo público’.

Hace tiempo que ya es indistinguible el espacio de las campañas. Ya no hay blanco, un estadio normal, y negro; unos días de campaña más o menos feroz en la que se trata de atraer a las polillas a la luz. Ahora transitamos en una permanente gama de grises -plomiza, diría yo-, ese horizonte corto y brumoso, de cerrazón, en el que el borde del mar no se diferencia del cielo bajo.

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En esas andamos cuando algunos medios y tertulianos asalariados discrepan, o no, sobre la configuración de los debates a varias bandas de los líderes habituales. Vaya macana, pensamos algunos. Qué importancia o interés tienen a estas alturas de campaña eterna, de influencias online, de los tiempos que corren, que unos señores que aburren hasta a las moscas de la siesta sostengan, o dejen de sostener, un debate en directo que no será más que la continuación sin respiro de lo que ya sabemos todos a todas horas. ¿O alguien espera  nuevas aportaciones?

Quizás soy poco imaginativo, lo acepto, pero disculpen mi parquedad si expongo que no alcanzo a creer que haya ni un solo ciudadano en España y/o provincias adyacentes que necesite sin ninguna excusa de ese debate para inclinar su voto a un lado u otro. Incluso me sorprende que ese tipo de programas tengan más audiencia que la teletienda de las tres de la madrugada. Maravillas veredes, amigo.

Pero tal empacho no es solamente culpa del politiqueo, al que, a la vista del nivel promedio del gentío patrio, no se le puede exigir mucho más. Hay al menos un coautor necesario, implicado hasta las trancas: los medios, que requieren combustible para su caldera omnívora, para que su maquinaria imparable pueda seguir endosando anuncios de bragas, de coches maravillosos que vuelan como ángeles, de telefonía que te acerca tanto a los tuyos que notas su sudor en el armario y de natillas tan desnatadas que se te pone cuerpo de top model en un fin de semana.

Políticos, medios, audiencia: un circulo virtuoso que gira hasta el infinito masticando y defecando el mismo pienso compuesto; todos necesitados unos de los otros para que no se pare la rueda. En este espectáculo de prestidigitación, con la atención desviada a más no poder, pasamos muy buenos ratos, echando pan a los patos. Y cuanto más pan les echamos, mejores ratos pasamos.

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