"El atraso económico de España es difícilmente superable"

El eslogan del PP que Rodrigo Rato pregonaba como un gran logro porque el PIB crecía se convirtió en espejismo porque la productividad, por el contrario, bajaba. Cuando llegó la recesión provocada por las hipotecas basura en EEUU, que aquí tuvieron su símil con el abaratamiento del suelo edificable, al facilitar la conversión del rústico. La burbuja inmobiliaria propia y el efecto bancario, aquí y en EEUU, contagió a toda la economía real.

Vivimos una época de crecimiento robusto del PIB, pero sin que la productividad crezca al mismo ritmo. Aunque el desempleo está bajando paulatinamente, pero mayormente gracias al sector servicios (por ejemplo, el turismo). Los salarios son bajos en consonancia con su poco valor añadido. Hay más gente trabajando con salarios no fijos y con jornadas de más de ocho horas, no siempre retribuidas, por lo que no aumenta la riqueza de esa población.

La productividad se mide dividiendo el valor de lo producido -PIB- por las horas empleadas, por lo que poco valor añadido entre muchas horas, baja el coeficiente, que es la productividad. España siempre ha estado en las bajas posiciones de los 'rankings' de productividad y en la parte alta de los de desigualdad. Esto se arrastra desde la Edad Media, Carlos I de España asumió la defensa de la religión católica y el mantenimiento del vasto Imperio donde no se ponía el sol. Los costes de esa política eran superiores a los tesoros de las Américas, el resultado es conocido.

La Guerra Civil y el autarquismo y asilamiento de España agravó la herencia y aunque se ha avanzado mucho y relativamente rápido, el atraso que llevamos es difícilmente superable. El círculo vicioso propio, en medio de la coyuntura geopolítica desfavorable, impide ver un horizonte halagüeño.