"Dos amigos de izquierdas decepcionados al ver cómo les han fallado los suyos"

Suena el teléfono. Es mi amigo Rafa, de izquierdas como yo de toda la vida. Está hundido:

-Miguel, no sé si voy a votar. Me siento engañado. La izquierda, lo que creíamos que era, ahora me parece una farsa. Me da hasta vergüenza.

Trato de calmarlo:

- Te entiendo, Rafa. Todos estamos hartos de ver cómo se corrompe lo que era limpio. Pero si tú, que siempre has creído en un mundo más justo, tiras la toalla, ¿entonces qué nos queda?

Él insiste:

- ¿Y qué sentido tiene seguir defendiendo algo que parece roto? Se supone que la izquierda era ética, distinta. Pero ahora veo corrupción, luchas internas, puro postureo. ¿Qué queda?

-Queda lo esencial. La convicción de que, cuando este país ha avanzado en derechos y libertades, ha sido porque la izquierda ha estado ahí, empujando. No la derecha. Ellos solo gestionan privilegios para unos pocos. Y cuando gobiernan, lo usan para recortar, silenciar, retroceder. ¿De verdad quieres que vuelvan a congelarte la pensión o bajen el salario mínimo?

-Pero también duele ver cómo fallan los nuestros. No todo vale con justificar el "mal menor".

-No hay que justificar nada. Hay que exigir. Pero desde dentro, no desde la abstención. Esa es la trampa: que el ruido de la "fachosfera" -político, mediático, judicial- nos desgaste. Está hecho para que gente como tú diga "ya no vale la pena". Y entonces sí que habrán ganado los que persiguen la desafección.

-Es que lo que está pasando es muy grave...

-Gravísimo. Y por eso hay que castigar a los corruptos, sin excusas. Pero no olvides que la derecha ha hecho cosas peores: saquearon el Estado, destruyeron pruebas, mintieron, persiguieron y los protegieron. Una auténtica mafia. Y aún así, ellos se votan sin dudar. Nosotros nos derrotamos solos.

-¿Y no es honesto dudar?

-Claro que sí. Y valiente. No votes por una sigla. Vota por esa idea de justicia que siempre te ha movido. Si tú y yo la abandonamos, entonces sí que la habrán matado.

-Gracias, Miguel. Necesitaba hablar.

-No te rindas, Rafa. No ahora.