Abril, el recuerdo de una música con sabor a Portugal 1974

No falla. Cada año, el día 25 de abril recibo una llamada desde una población de la Terra Ferma. Es mi amigo Adrià. La llamada no contiene ningún mensaje hablado, solo las notas de una sencilla música. Yo la reconozco al momento, se me pone la piel de gallina y a veces suelto una lagrimilla. Son las notas de Grandola Vila Morena. Notas que sirvieron para llevar a un país desde una oscura dictadura a una democracia donde todo el mundo sería igual. Eso pasó sin verter sangre, todo en la noche del 24 al 25 de abril de aquel lejano 1974 y, como única arma, aquella bonita canción.

Han pasado más de 40 años y aun recuerdo aquel viaje al Portugal liberado, aquellas múltiples manifestaciones llenas de alegría por el centro de Lisboa encabezadas por la hoz y el martillo. Cuando las veíamos nos asustábamos, mirando por dónde escapar a la llegada de la policía con las porras. Pero ésta no llegaba, lo que llegaban eran ciudadanos vitoreándolas con claveles en la mano.

Estábamos en un país que había conseguido liberarse. Recuerdo también aquellas pacíficas y multitudinarias discusiones políticas hasta las primeras luces del alba en la plaza del Comercio o en la del Rossio. Y nosotros, los desdichados españoles, mirando al vecino país con envidia. ¿Cuándo caería la dictadura del general Franco? Aún tardó. Hacía nada que se había agarrotado el joven Salvador Puig Antich, y las cárceles estaban llenas de presos políticos. El regreso fue triste, tan solo llegar a la aduana de Badajoz y empezar a respirar aquel aire de dictadura, se nos cayó el mundo encima.

Al año siguiente murió el dictador y nos llegó a los españoles esta democracia, a la española, es decir, sin Grandola Vila Morena. Y así nos ha ido.