Ver fútbol en la televisión a la hora de cenar: Gracias por no escupir

Debía de transcurrir el año 1945 o 1946, cuando un buen día mi madre nos bañó, junto con mis hermanos, en un balde, pues al día siguiente nos iba a llevar a Barcelona. Ir a Barcelona en aquellos años era toda una aventura para nosotros, con 5 y 9 años, más o menos. Mi madre nos mudó con las mejores ropas que teníamos, fuimos a coger el tren, el cual, llegando a Barcelona, se metía en un túnel y pasaba por debajo de las calles y casas, algo fantástico. Al llegar salimos en la plaza de Catalunya. Después de unos momentos de sorpresa, visitamos los almacenes el Sepu, la sastrería Modelo, los almacenes el Siglo o el Águila, para llegar al bar restaurante la Marruixa, de unos familiares de mi abuela.

Subimos a un tranvía, aquel tren pequeñito que circulaba por medio de las calles. Me sorprendió mucho la cantidad de letreros que había dentro del vagón: "Prohibido asomarse al exterior", "Prohibido hablar con el conductor", "Prohibido la palabra soez", "Prohibido escupir en el suelo" y, al mirar a través del cristal de la ventana, no muy nítido por cierto, pude leer "Prohibido pisar el césped".

Lo escrito, el recuerdo de un pasado, que esperamos no regrese nunca, me sugiere la siguiente reflexión, y me pregunto lo siguiente: ¿se dan cuenta de cuántas veces escupen los jugadores de fútbol en un partido? ¿Se imaginan esta costumbre o vicio, en otros deportes como el baloncesto, el balonmano, el waterpolo, el tenis, etcétera? 

Por todo ello, sugiero que al final del túnel que lleva al campo de juego desde los vestuarios y, a fin de no caer en la tentación de prohibir, coloquen un letrero que diga "Gracias por no escupir". Sin duda, los que más lo agradecerán son los espectadores que al mismo tiempo que ven el partido por televisión están cenando.