Carta de un lector: "Respetemos el descanso de los vecinos, pongámonos en el lugar del otro"

Noche tórrida de un verano sofocante. Una gata de un vecino, en celo, ronronea y maulla sin cesar, mostrándose receptiva para atraer al macho, en plena madrugada, en horas intempestivas. Perturba el descanso vecinal al irrumpir el ruido en los dormitorios de las viviendas adyacentes con las ventanas abiertas para que circule el escaso aire aliviador de una canícula pegajosa.

Por la calle empedrada transitan turistas pertrechados de maletas con ruedas que arrastran provocando un ruido que impide o dificulta conciliar el sueño a los vecinos. Terrazas de bares bulliciosas con comensales que alteran la paz nocturna con cánticos.

Un estío acechado de inmisiones sonoras que vulneran la intimidad domiciliaria en forma de perniciosa contaminación acústica afectando a la salud. El dueño de la gata, el turista, el comensal deberían ponerse en el lugar del otro y realizar un solidario ejercicio de empatía. Mostrar respeto y educación por el bienestar y descanso de los demás.