Los niños de Badalona y el 'dimoni', un vínculo estrecho

En Badalona tenemos, como mínimo, un demonio cada año. Y el del 2018 va a ser el más popular de las últimas décadas, un demonio histórico. Se habla constantemente de él en diferentes medios de comunicación, en la calle, en los mercados, paseando por la Rambla de la ciudad. ¿Es un demonio politizado? ¿Es inofensivo? ¿Responde estrictamente a un contenido alegórico y social tal y como recogen las bases del concurso a través del que se elige su diseño?

Más allá de dar una respuesta a estas preguntas, me gustaría remarcar la íntima relación que tienen las niñas y los niños de Badalona con los demonios. La ciudad trabaja con meses de anticipación la difusión de los elementos festivos de cultura popular y tradicional que participan en sus fiestas. La figura del demonio es la estrella local. Y esta promoción de la cultura local se hace desde diferentes sectores: lo trabajan las mismas escuelas construyendo dimonis colectivos para llevarlos a la playa bajo la base del demonio; las bibliotecas y centros cívicos con charlas y talleres; y los centros de educación no formal con diferentes actividades con el demonio como eje central.  

Resulta, como mínimo, curioso este vínculo infantil con una figura que es a priori terrorífica. Los niños le cantan, lo visitan, se hacen fotos con él, no le tienen miedo y este es el resultado de haber interiorizado un elemento local dentro del imaginario colectivo de la ciudad. El dimoni arderá el próximo 10 de mayo por la noche, pero este estrecho nexo de unión entre niños y demonios nunca se convertirá en cenizas.