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La receta del gazpacho andaluz y nuestra abuela Concha

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fcasals134295 barcelona 13 07 2001 gazpacho foto jordi morera170830183307 / JORDI MORERA

Les voy a explicar cómo se hace un buen gazpacho andaluz. Lo primero que se necesita es un tomate. Pero no vale un tomate cualquiera; es necesario que sea el tomate que no pusiste en tu ensalada de anoche para que tus hijos tuvieran algo hoy. De este modo, el sabor del tomate adquiere unos tintes de dulzura únicos.

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Cosa parecida sucede con el pepino, con la excepción de los que amargan. Ésos se quedan en la ensalada de anoche. El pan debe de ser pan duro, del que se guarda para cuando los hijos te piden algo durante los largos ratos entre comidas. De vinagre y ajo, pongan tanto como deseen; son baratos y abundan incluso cuando los bolsillos están vacíos. Con éstos últimos, el sabor será rotundo y fuerte a la par que refrescante.

Aceite no puede faltar. No es el aceite un problema en un cortijo de Jaén, ni siquiera en la posguerra. El restante, agua fresca, a poder ser de la fuente del patio. Acaba siendo la olla de algo más agua que sustancia, dando en que este plato no se come. Este plato se bebe. Así es; el buen gazpacho andaluz se bebe.

Es el plato del amor y del hambre. Este gazpacho, tomado una tarde caliente de verano, trae al paladar una amorosa frescura luminosa; una amorosa frescura luminosa. ¡Eso es! ¡Así es ella! No hay mejor manera de definir a nuestra abuela Concha, que en breve cumplirá 99 años. Ella es el fresco, amoroso y luminoso olivo cano a la sombra del cual hemos crecido tres generaciones de nuestra familia.

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