"No se puede defender el derecho a vivir y luego pervertir la esencia de la vida"

Según datos de historiadores, en España, entre 1938 y 1996, se robaron alrededor de 30.000 bebés, una cifra que supera a los casos de Irlanda, Australia, Chile y Argentina. Estos bebés fueron sustraídos a sus madres, madres que, según algunos, no tenían derecho a la maternidad, mujeres de izquierdas, de bajo nivel social.

Desgraciadamente, la Iglesia católica tuvo mucha responsabilidad en lo que se convirtió en un negocio lucrativo, la adopción ilegal. Yo no sé qué autoridad tienen algunos de los representantes de la Iglesia católica, no sé qué respeto le tienen a la vida y a la dignidad humana, visto su historial, y ante el hecho de que no han pedido perdón por semejante barbaridad los que lo saben y los que fueron partícipes.

¿Con qué autoridad mandan algunos a sus fieles que vayan a las puertas de hospitales que practican abortos para, por medio de rezos y de pancartas o camisetas con frases condenatorias intenten avergonzar a las mujeres que acuden allí, cuando algunos de sus líderes ocultaron o participaron en el tráfico humano?

Más les valdría a estos creyentes dedicar sus rezos para que se haga justicia sobre el robo de bebés, las adopciones ilegales, la vida de tantos jóvenes arruinada por abusos sexuales. No se puede defender el derecho a vivir y luego pervertir la esencia de la vida.