Mi aventura surrealista en Mollet tras llevarse la grúa mi coche

El pasado 12 de julio, jueves, la grúa se llevó mi coche (nada que objetar). Llamé por teléfono al número indicado en la pegatina y me informaron dónde debía acudir: a la policía municipal. Había cambiado de lugar y nadie, nadie, conocía su actual emplazamiento (soy vecina de Barcelona), ni siquiera dándoles los detalles que me habían facilitado por teléfono (cerca del Tanatorio ...).

Al cabo de una media hora sin saber qué rumbo consagrar (Max Estrella, Luces de Bohemia), el dueño de un bar me señaló que debía de coger un autobús -estaba lejísimos- que me daría la vuelta a la ciudad, pero que me dejaría cerca. Al cabo de unos 30 minutos llegué a la jefatura.

Tras una larga espera, me entregan un documento en el que figuraba la cantidad de euros que debía abonar, pero en un cajero. Después tenía que volver a subir para que vieran el recibo. Así que bajé, ya indignada, a la ciudad y preguntando me dijeron que el más cercano también estaba lejos. No podía más. Mis 67 años habían hecho todo el ejercicio posible.

No quería molestar a mi hijo, que se levanta muy temprano y ya estaría durmiendo. Pero en Mollet los taxis están en su parada, que de nuevo estaba lejos. Casi llorando llamé a mi nuera para que viniera a rescatarme. Me llevó en coche a la jefatura para que vieran que había pagado y poder dar las órdenes a fin de que me entregaran el

coche. El depósito, en la otra punta de Mollet.

Quien ideó el lugar en que se asentaría la nueva sede de la policía municipal debe andar corto de luces, así como aquellos que aprobaron su proyecto. Dentro, con grandes letras ponía “a prop teu”.

Deberían cambiarlo por “força lluny de tu”, pues se encuentra a las afueras de la ciudad (compruébenlo en el mapa). Pensaba que eran agentes de proximidad y no de extramuros. ¡Quién se atreverá al titánico esfuerzo físico de poner una denuncia!