A ese grupo de personas que conversaban alegremente en una terraza

Escribo esta carta desde un municipio de costa, en fase 2 de desescalada. Me gustaría que me leyera un grupo de personas que conversaban alegremente en la terraza de un bar.

Habéis llegado, os habéis saludado, besado y abrazado efusivamente, sin mascarilla ni distanciamiento. Mientras saboreabais vuestras cervezas, no la habéis visto, pero ha pasado una persona con la cabeza baja, la mirada fija y un deje de tristeza. Ella tampoco os ha mirado, pero podría ser un sanitario o el familiar de alguna de las personas que se ha llevado esta maldita pandemia del covid-19.

En el tiempo que habéis tardado en beber vuestra cerveza, se ha caído un avión comercial con un centenar de pasajeros a bordo, sin supervivientes. La persona que ni habéis visto, y que sigue deambulando por algún lugar inconcreto, invisible al ojo humano, lo sabe muy bien. También sabe que en los últimos dos meses se han estrellado una media de tres aviones diarios en España. ¡Haced las cuentas!

Esta es la magnitud de sus pensamientos. Es lo que se le pasa por la cabeza a ese individuo invisible, al que hoy ni tan solo habéis visto al pasar. Él no se sentará en ninguna terraza a tomar una cerveza. Y si lo hiciera, os aseguro que el único beso y abrazo que querría dar sería a su ser querido. Sí, a aquel familiar suyo que tenía por costumbre volar y del que nunca jamás se podrá despedir.

¡Que os aproveche la cerveza!