Golf

Augusta consagra a Jon Rahm, el heredero de Seve

  • El triunfo en el Masters confirma la carrera hacia el estrellato del jugador vasco, de 28 años, que suma su cuarto título en 2023 y recupera su condición de número uno mundial

  • La historia de este juego es un gran parte de las razones por las que juego y Seve es una de ellas", explicó Rahm tras vestirse con la chaqueta verde de campeón

Augusta consagra a Jon Rahm, el heredero de Seve

Christian Petersen / AFP

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Luis Mendiola
Luis Mendiola

Periodista

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Es muy probable que Jon Rahm, el nuevo campeón del Masters y número uno del ránking mundial después de su victoria este domingo en Augusta, no hubiera llegado al mundo del golf si sus padres, Edorta y Ángela, no lo hubieran llevado a seguir la Ryder Cup que se disputó en 1997 en Valderrama. Jon tenía entonces 12 años cuando conoció a Ballesteros en una cena a la que también acudió Olazábal y saludó a los dos. “Sabía quién era Olazábal, pero no tenía ni idea de quién era Seve entonces”, explicó hace tiempo Jon. “A mi padre le hubiera dado un ataque al corazón si hubiera tenido la oportunidad y no le hubiera dado la mano”.

Desde ese día, la figura del malogrado Seve, una de las grandes leyendas de la historia del golf, ha estado muy presente en la vida de Jon Rahm Rodríguez (Barrika, 10 de noviembre de 1994) y a partir de ahora seguirá íntimamente ligado a su victoria en el Masters, la segunda que consigue en un torneo del Grand Slam (venció en el US Open en 2011), porque su conquista se produjo en el 40 aniversario de la segunda victoria de Ballesteros en el Augusta Nacional y en el que hubiera sido su 66 cumpleaños.

“La historia de este juego es un gran parte de las razones por las que juego y Seve es una de ellas. Para mí conseguir este triunfo aquí, tiene muchísimo significado. Si hay algo mejor que lograr esto, es el hacer historia. De una forma que no es premeditada, eso es parte de su testamento. Se que de alguna forma, estuvo empujándome”, explicó Rahm sobre sus sentimientos. El propio Olazábal, de los primeros en abrazarlo, le recordó la coincidencia con el aniversario de Seve: “Tenía que ser hoy. Vendrán muchos más”, le dijo. Visiblemente superado por el momento,  Rahm tuvo un recuerdo para el cántabro en la ceremonia de proclamación como campeón del torneo, su cuarto título del año, que le supondrá un premio de 3,2 millones de euros.

Máxima confianza

La victoria en el Augusta National,  que le convierte en el cuarto jugador español que se viste  con la chaqueta verde (Ballesteros en 1980 y 1983; José María Olazábal, 1994 y 1999; Sergio García en el 2017) fue una demostración de consistencia y clase del jugador de Barrika, y una prueba más de que la carrera de Rahm, como se intuía hace tiempo, desde su etapa en Arizona State, donde fue número uno también como amateur, sigue imparable hacia la cima destinado a reinar.

Pese a tener que afrontar 30 hoyos en la jornada dominical por la suspensión que vivió el torneo a causa de la tormenta, y pese a jugar tanto viernes como sábado en las condiciones más adversas de frío, lluvia y viento, Rahm acabó imponiéndose con 276 golpes, 12 bajo par, cuatro menos que los estadounidenses Brooks Koepka y Phil Mickelson, que no encontraron la forma de inquietarle.

“Siempre estoy con confianza cuando estoy cerca del liderato. Tengo fe absoluta en todas las parte de mi juego y seguramente porque es muy difícil lo que espera ahí fuera, solo me centro en lo que tengo que hacer. Y es realmente lo que puedes controlar, lo que puede hacer”, explicó Rahm, que se mantuvo estable, sin ningún altibajo, pese a que solo en momentos muy concretos, como los últimos nueve hoyos, consiguió ofrecer la mejor versión de su juego, y pudo levantar feliz los brazos al cielo con el par en el hoyo 18, tras lo cual fue abrazarse con su esposa, Kelley Cahill, a la que conoció en su etapa universitaria en EEUU, y también con sus dos hijos, los pequeños Kepa y Eneko.

Fortaleza mental

En uno de los Masters más exigentes, Rahm explotó su enorme pegada, su habilidad para el juego corto y el putt, pero también su fortaleza mental, el punto que más destacan sobre su juego quienes le conocen. «Pega largo, tiene un gran juego corto y patea de maravilla», cuenta Nacho Gervás, uno de los comentaristas de Movistar Golf y director deportivo de la Federación. «Pero lo mejor que tiene Jon es su cabeza. Se crece en las situaciones complicadas. Es valiente, descarado. Estamos ante un jugador que puede construir una enorme carrera».

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El nuevo campeón del Masters lidera en todos los ránkings estadísticos. Con el juego largo, seguramente, es el mejor jugador del planeta. Su combinación de distancia y precisión le sitúan entre los elegidos y aparta los números altos de su tarjeta y, además, las mejoras en su juego con el wedge y el putt han acabado llevándolo a otro nivel. “Algunos jugadores simplemente tienen eso que te hace diferente y él lo tiene”, apuntó su  caddie Adam Hayes, para quien fueron de los primeros agradecimientos de Rahm tras vestirse la chaqueta verde.

En este 2023, con su victoria en el Masters, ya acumula cuatro títulos  (Sentry Tournament of Champions, The American Express and the Genesis Invitational), pero sus números están incluso al nivel del mejor Tiger Woods: con seis victorias en sus últimos apariciones en torneos tanto en el PGA tour como en el DD World Tour, el actual circuito europeo.  De hecho, en cada una de sus siete temporadas como pro, ha ganado al menos dos títulos internacionales, en una carrera imparable hacia el estrellato.