Carta de una lectora: "Al volver de un Erasmus sientes que ya no encajas"

Para mí, el Erasmus ha sido la mejor experiencia que he vivido nunca. Irse a otro país —donde no conoces a nadie— y empezar una vida nueva implica experimentar, tomar decisiones, equivocarse, aprender, crecer, descubrirse.

Las primeras semanas son duras, sí, porque hay que acostumbrarse a nuevas rutinas e idiomas, instalarse y adaptarse a estar solo y alejado de tu familia y amigos, conocer a gente y hacer amigos... Pero la dureza de las primeras semanas no se asemeja ni un poco a lo duro que es volver a casa tras meses fuera.

Volver a casa es durísimo y nadie te habla de ello. Tú has estado fuera viviendo un montón de experiencias nuevas, nutriéndote de otras culturas y personas muy diversas, pero en casa todo sigue igual. Tu casa, tus amigos, tus familiares son los mismos, pero tú no. Las personas de tu alrededor han avanzado sin ti, y volverse a unirse a la vida de antes es muy difícil. Cuentan de anécdotas que no entiendes. Ríen de situaciones que no entiendes. Hablan de personas que no conoces. Y es aquí cuando te das cuenta de que ya no encajas en el puzle.