Un conductor de autobús con poca humanidad

El 24 de febrero a las 8.50 de la mañana, me encontraba en el autobús de la línea 47, con número de identificación 6913, cuando observé que en la parada del paseo de Maragall con Siglo XX, esperaban una abuela con su nieta y una madre joven con su hijo. El conductor, ante mi estupefacción, no paró. Lo hizo a cinco metros de distancia, en el semáforo. La madre joven, con su hijo, corrió hasta el semáforo e increpó al conductor porque no se había detenido en la parada. El conductor volvió la cara hacia su izquierda y, sin inmutarse, continuó su marcha.

Las normas dicen que si quieres que el autobús pare al llegar a la parada, debes levantar la mano, pero, señor conductor, las normas se pueden alterar en caso de humanidad. El día 24, a las 8.50 de la mañana, llovía. Las personas que esperaban, con el paraguas en una mano y niños pequeños que iban a la escuela en la otra, no podían levantar la mano para avisarle de que querían subir al autobús para que usted se dignara a abrirles las puertas.

Señor conductor, para poder llevar un autobús, que es un servicio público, además de ser buen conductor debe tener humanidad. Tanto dentro del autobús como en las paradas, hay personas, cosa que usted parece haber olvidado. 

Espero que su superior le advierta de que no puede hacer lo que hace. Actuando así usted está ocupando un puesto de trabajo que no se merece.