Tras el bombardeo electoral de estos últimos quince días, ¡por fin! un día de descanso. Un día sin que nos embadurnen de propaganda política por todos los medios posibles. Una jornada sin escuchar los discursos de esas caras sonrientes e infladas que hoy solo nos miran desde sus folletos y carteles. Hoy solo les observamos, les escudriñamos, y tomamos una cierta distancia para pensar mejor. Una jornada de descanso bien merecida, sobre todo teniendo en cuenta lo que nos queda por delante: resultados, valoraciones, pactos... ¿ ¿Para cuándo otra jornada de reflexión?