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"Si Israel e Irán entran en guerra, todos iremos detrás como naipes"

Ataque israelí contra un edificio cercano a la embajada iraní en Damasco

Ataque israelí contra un edificio cercano a la embajada iraní en Damasco / AFP / MAHER AL MOUNES

César Carulla

Irremediablemente, va llegando el momento de posicionarse. El tema de la guerra de civilizaciones no es una cuestión vana, ni mucho menos es solo una cuestión política. Es algo muy social que viene de lejos. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, conoce bien la historia. Sabe que cualquier incendio provoca una reacción en cadena. Por esa razón, justo después de darse cuenta de que había metido la pata al atacar al convoy de ayuda humanitaria del chef José Andrés, cosa que alejó momentáneamente a EEUU de su posicionamiento de aliado incuestionable, se dispuso a atacar la embajada iraní, para destapar al verdadero enemigo de Israel y del modo de vida occidental.

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En verdad, la guerra de Gaza es la guerra entre Israel e Irán que pagan los civiles de Gaza, así mismo el Líbano, Yemen, Azerbaiyán y otros padecen las consecuencias de ser los brazos ejecutores de una potencia incipiente que pretende establecerse entre los más poderosos del mundo a base de demostraciones de poder e influencia. Los Hutíes, Hamás y Hezbolá, entre otros, son financiados por Irán, disponen de su información y recursos militares. Irán tensó la cuerda, Hamás ejecutó el atentado e Israel se dejó hacer para demostrar la crueldad de la que son capaces. En efecto, nadie puede creerse que el todopoderoso Mosad no supiera del infame atentado del 7 de octubre.

De igual forma, todos los atentados en EEUU el 11 de septiembre de 2001 son sospechosos de haberse permitido de alguna forma, suavizando la vigilancia sobre los terroristas, algo que justificó la posterior invasión de Irak y Afganistán y la caída del líder oriental con ambiciones imperialistas, Sadam Hussein. Si Israel e Irán se enzarzan en una guerra a sangre y fuego todos iremos detrás como naipes cayendo en la trampa del "estás conmigo o contra mí", de la que muy pocos logran zafarse. Pero, en serio, no se ofendan, como siempre, solo son negocios, las culturas importan muy poco.

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